miércoles, 13 de marzo de 2013

Las repercusiones del Papa argentino

Un gran revuelo se produjo esta tarde a partir de que el cardenal Jean-Louis Tauran anunció que Jorge Bergoglio fue elegido como el nuevo Papa. Muchos se alegraron de tener un Papa argentino, lo vivieron como una fiesta, despertando orgullos nacionales en lugares donde uno menos se lo espera.

Otros en cambio no pudimos compartir esa alegría. Es que Bergoglio es un personaje (por lo menos) contradictorio, acusado de colaborar con la dictadura y portavoz de consignas muy discriminatorias en contra de los homosexuales. No me voy a extender en el tema porque ya se habló todo el día en el Facebook. En cambio, tengo ganas de hablar de las repercusiones que tuve al publicar una foto en la que Bergoglio aparece dándole la comunión a Videla.

La verdad no esperaba semejante repercusión. No esperaba herir tantas susceptibilidades. Sí, ahora me doy cuenta de que era muy inocente, tal vez sea tarde. Creo que muchos lo tomaron como una ofensa contra ellos, contra el cristianismo, contra la religión, contra sus creencias. Y eso me disparó a escribir un poco, porque yo lo veo exactamente al revés. Para mí son los personajes como Bergoglio los que denigran al cristianismo o a cualquier otra religión.

Yo nací en una familia católica. Muy católica, al menos en aquel entonces. Fui bautizado, tomé la comunión y la confirmación. Ya de chico yo no era de hacer las cosas a medias, así que para mí sentirme católico implicaba ir todos los domingos a misa. Incluso fui monaguillo y luego me sumé a la Juventud de Acción Católica. Hasta formaba parte de un grupo que acompañaba las canciones tocando la guitarra.

Más tarde, de adolescente, empecé a dudar de la Fé. Tal vez fue mi educación, que iba para el lado de la ciencia, la que me hizo dudar de los dogmas, discutir la teología. Por ejemplo, comenzaba a curiosear sobre la creación del Universo y esas teorías me cerraron más que la teoría creacionista que me explicaban en la parroquia. (Hoy tal vez son otras las cosas que tengo ganas de discutir, pero entonces tendría 13 o 14 años.)

Sin embargo, recuerdo con alegría y con cariño esos años en los que participaba activamente de las actividades en la parroquia del barrio. Es que en este mundo donde todo parece ser gobernado por el individualismo y en el que el que invierte tiempo en algo que no produce Dinero se lo considera un salame, ahí en la parroquia conocí gente que iba a donar su tiempo sin pedir nada a cambio y que me enseñaron algunos principios que luego me guiaron hasta el día de hoy. Me enseñaron a ser generoso, a compartir con los demás, a ayudar siempre que me sea posible, a no esperar nada a cambio de mi ayuda, y muchas otras cosas más.

Por eso, si bien hoy ya no me considero católico, creo que Bergoglio no es un fiel representante de todo lo que yo aprendí en la Iglesia y de esas personas que me enseñaron a ser una mejor persona. En Bergoglio veo todo lo contrario a eso que yo aprendí a respetar de mis amigos católicos. Por eso no comparto la alegría y no comparto la defensa que se hace de Bergoglio. A menos que entendamos por catolicismo algo totalmente distinto.

Me moviliza profundamente la gente que defiende a Bergoglio. Alguno me dijo que yo estaba equivocado, que las acusaciones eran infamias. Bueno, supongo que cada uno puede dudar de la causa de los dos curas jesuitas desaparecidos y de los jueces actuando en esa causa, pero yo creo que hay algunos indicios fuertes, en particular Videla confesando que había tenido el apoyo de la Iglesia mientras fue presidente. Y otras fueron acciones públicas que no admiten discusión, como la propuesta de poner a todos los homosexuales en una isla o de llamar a una "guerra" (sí, esa palabra usó) contra el matrimonio gay.

Luego aparece otro argumento, que quiero destacar porque parece estar de moda en la Argentina, "miremos hacia el futuro, olvidemos el pasado". ¿En serio queremos olvidar el pasado? ¿No nos importa si el Papa es cómplice de la dictadura? Escucho mucho esto, "debemos perdonar". Y yo pregunto, si a vos te hubiera desaparecido un familiar, ¿opinarías igual?
Todo juicio que se haga, a cualquier persona, será sobre un delito cometido en el pasado. La justicia (al menos la justicia penal) siempre juzga sobre lo que ocurrió en el pasado, olvidar el pasado es negar la posibilidad de que un delincuente pague por sus actos.

Por último, aparece este otro argumento. No voy a dar nombres pero me voy a atrever a citarlo textual:
tenemos DERECHO a exponer nuestras diferencias sin TEMOR a ser excluidos o investigados por ello
Lo traigo a colación porque es un discurso que le gusta repetir a alguna gente, que yo de cierta manera asocio con la derecha o con el autoritarismo. TODOS debemos tener derecho a decir lo que pensamos, entonces espero que ese todos me incluya a mí también. Vos tendrás tu derecho a decir lo que pienses de Bergoglio, sin temor. Y yo pretendo tener el mismo derecho. Hoy por ejemplo, no me pasó, cuando dije lo que pensaba recibí una catarata de insultos.

Y termino diciendo que de ninguna manera pretendo que Bergoglio sea investigado por exponer sus diferencias. En cambio sí quisiera que se investigue si fue o no complice en la desaparición de dos personas (¿es posible ahora que es Sumo Pontífice?). Esas dos personas eran dos curas jesuitas, por si quedan dudas de que esto no es en contra de la religión. Y son dos personas que no tuvieron el derecho a pensar distinto ni la posibilidad de un juicio justo, cosas que sí tiene el señor Bergoglio.

domingo, 10 de febrero de 2013

Escraches

Esta semana, el escrache contra Kicillof cuando volvía de sus vacaciones en un ferry de Buquebus se llevó un lugar no trivial en la agenda de los medios informativos y de algunos políticos. Las opiniones al respecto son las de rigor: de un lado el oficialismo sobreactúa la indignación, del otro lado hay más variantes, desde el repudio liso y llano (que son pocos, y tampoco me lo creo demasiado), pasando por algún periodista de TN que "repudia pero comprende" hasta los más cínicos que impúdicamente culparon al kirchnerismo (y uno no sabe si reirse o temerles).

Vale la pena detenerse en el repudio al escrache, fundamentalmente en los argumentos esgrimidos para tal rechazo. Se repudia al escrache por considerarlo una acción violenta y se apuran a aclarar que se oponen "a todas las formas de violencia". Con frecuencia detrás de esas afirmaciones, disfrazadas de pacifismo, se esconde el rechazo a la posibilidad de que el pueblo de a pie se exprese libremente, que tome acciones que no pueden ser controladas tan fácilmente.

Ese tipo de acciones son fundamentales para una democracia real y son parte integral de un pueblo libre. Son las manifestaciones del ciudadano de a pie, un escrache, una huelga, un piquete, un acampe, una marcha. Estas manifestaciones existen porque no hay un camino institucional que les dé lugar, porque los que las realizan no tienen la posibilidad de que un abogado exitoso lleve su caso, o porque tal vez ni siquiera pasa que la ley contempla su problema. Exigirles que se adecuen a un proceder institucional, es perpetuar la denegación de justicia que están reclamando.

Un ejemplo clarificador de escrache es el realizado por familiares de desaparecidos en contra de los represores de la dictadura. Entre otros, se hacían contra personajes que habían sido condenados en el juicio a las juntas, y luego indultados por Menem. Los escrachantes eran personas que habían perdido un familiar y que reclamaban que ese crimen no quede impune, o tener alguna información del paradero  de la persona. Luego del indulto, de las leyes bochornosas de obediencia debida y punto final, la posibilidad de justicia por vía institucional era nula. El escrache es el único recurso posible, es la justicia del pueblo, podrán no estar presos, pero nosotros no nos vamos a olvidar. "Donde vayan los iremos a buscar". Un pequeño grito desesperado en contra de una impunidad gigantesca.

En el otro extremo, se abuchea a Kicillof. No tengo conocimiento de algún delito que se le impute. Los gritos no son esclarecedores, más allá de los genéricos "corrupto" o "ladrón", queda una fuerte sensación de que el mayor pecado del viceministro de economía es pertenecer a un gobierno que no les agrada o hablar a favor de algunas políticas impopulares para ciertos sectores, la más notoria: la restricción a la compra de dólares. La sensación cobra aún más fuerza cuando se pasa al insulto. "Puto", "judio", "marxista", no suenan a buenos motivos para un escrache, y huelgan las palabras para el que desde la multitud la grita "cagón". No parece entonces que haya una real necesidad de esa forma de expresión, no estamos hablando de un gran delincuente que usando su asombroso poder para escabullirse de una condena, tal vez ese escrache podría impulsarse contra Boudou, pero no contra Kicillof (y seguramente no tienen autoridad moral para hacerlo la gran multitud de porteños que votaron a otro procesado para jefe de gobierno).

Los dos escraches son muy distintos. ¿Quién decide cuál es legítimo y cuál no? Por supuesto que ahí está la complicación, esa es la disputa, como se dirimen esas legitimidades. En realidad estos dos parecen difíciles de discutir (aunque seguramente no faltará quien tenga ganas de hacerlo), pero está lleno de casos más complejos, ¿dónde está el límite entre una huelga de trabajadores que reclaman por un derecho y una extorsión realizada por un sindicato poderoso? Atarlo a las leyes es una tentación que sentirán muchos, sin embargo, ¿cómo se logra que una ley cambie? ¿cómo se logró en toda la historia el reconocimiento de derechos que hoy nos resultan obvios y antes eran impensables. Igualar todas estas acciones, calificarlas a todas de violentas y repudiarlas porque no se ajustan a una ley previa es negar la posibilidad de que esos derechos sigan apareciendo y que nuestra sociedad evolucione reconociéndolos.

domingo, 3 de febrero de 2013

¿Está prohibico crear?

Otra reproducción, una frase de Galeano al recibir el premio ALBA de las letras 2012:
el desarrollo del ALBA es una de las más eficaces respuestas al sistema mundial de poder que nos invita a escupir al espejo y nos obliga a aceptar la impotencia como destino. Queremos ser cuerpos, no sombras: queremos ser voces, no ecos. Reivindicamos la dignidad, la solidaridad y la diversidad. Nos negamos a aceptar la orden de elegir entre las dos maneras de morir que el sistema nos ofrece: no queremos morir de hambre ni aburrimiento. Este mundo es muy injusto, muy desigual en las oportunidades que brinda y muy igualador en las costumbres que impone. ¿Tenemos solamente el derecho de copiar? ¿Está prohibido crear?

Roberto Cossa en La Nación

Reproduzco un pedacito de la nota de Pablo Sirvén a Roberto Cossa, publicada hoy en La Nación.

-¿Es más cómodo para un progresista estar en la oposición? ¿Qué sensaciones se tiene cuando hay un gobierno que empieza a hacer cosas que vos añorabas desde hace mucho?
-La sociedad ha dado un paso adelante, de acuerdo a mi visión del mundo. Creo que hay que defender ese paso, salvo que venga un proyecto serio de poder que lo supere. En esta instancia, uno a veces se pone demasiado oficialista.
-¿Por qué?
-Porque hay demasiada oposición y muy ofensiva. Están todos a los gritos. Se ven ciertas cosas indignas. Por otro lado, a veces no se responde como debe ser. Así somos los seres humanos en este país. Tengo formación política más o menos desde fines del primer peronismo. Yo era socialista, opositor acérrimo, gorila. Y a los dos años empecé a rever eso. Vino Aramburu, Rojas, Onganía, Menem. Hay que ubicarse en el país que vivimos. Apoyo plenamente la política de derechos humanos que no la hubiera soñado. Se está avanzando muchísimo aún con la sociedad fragmentada. Luchar contra los monstruos del poder económico no debe ser fácil. Defiendo el proyecto en sí, más allá si gritan o van a hoteles caros...son detalles. Ojalá aparezca un proyecto superador que no altere las bases de los derechos humanos, el enfrentamiento al poder económico y la mucha presencia del Estado.
¿ El problema de los socialistas con el peronismo fue más bien estético? Aquellos eran sobrios y ascéticos, pero es Perón el que desprolijamente pone en marcha muchas de las cosas que auspiciaba el socialismo.
-Era un tema cultural. Los socialistas son bastante conservadores y pacatos. Son formales, no tienen mucho vínculo con lo popular, no sé ahora.
La palabra "formal" es compleja porque puede querer indicar nada más que algo burocrático o afectado, pero también refiere al respeto a la Constitución y a las leyes. Ahí a veces el peronismo con tal de conseguir algunas cosas...
-El peronismo es plebeyo. Peronismo es Menem y Cooke. Los peronistas son tipos gritones, pero del otro lado también hay intemperantes.
-¿Sos de Carta Abierta?
-No. Los leo, los aprecio mucho, pero no tengo tiempo para ir y participar.
-¿No creés que el intelectual tiene que estar siempre colocado en un lugar de incomodidad, no de conformismo, enunciando desde cierto malestar?
-¿Pero conformista respecto a qué? Creo que hay que estar separado del Gobierno, pero yo personalmente no tengo más que simpatías. Fui convocado como presidente de Argentores a dos o tres recepciones a presidentes latinoamericanos. Hace dos años cumplimos cien años y la Presidenta nos dio una audiencia de una hora. En el Salón de los Pensadores y Escritores de la Casa de Gobierno han puesto una foto mía, lo cual es un honor y me alegra mucho. Este gobierno hace muchas cosas que yo quería, dejando a un costado detalles como la fortuna de la Presidenta.
-Ahí voy: ese conflicto parece interesante para un intelectual, por más que pueda adherir al Gobierno. ¿Por qué no abordarlo?
-Está todo tan irritado que uno siente que primero hay que discutir los grandes temas. A mí lo que me molesta de la oposición es que ha entrado en un círculo a veces pequeño por tonterías, aunque a veces, no.
-El kirchnerismo lleva tres gobiernos y nueve años en el poder. Más allá de la apuesta al consumo, la cantidad de gente joven que no trabaja es impresionante.
-Es mucha y hay un 40 por ciento de trabajo en negro. Pero cuando llegaron había un 20 por ciento de desocupación y ahora hay 7. De todos modos, mientras haya un solo chico con hambre en algún punto la democracia fracasa. Es un país complicado con un poder económico que tiene fuerza de poder político. Cada vez que un gobierno intentó cambiar algo venía el golpe militar.
-¡Pero eso ya hace treinta años que no pasa!
-Afortunadamente, pero hay golpes económicos. Lo que le pasó a Alfonsín, no lo voltearon los militares sino un golpe de mercado.