Del otro lado las opiniones parecen más confusas. La presidenta criticó a los ambientalistas y llamó a "no demonizar" a la minería, al tiempo que la gobernadora Corpacci negó la utilización de cianuro en La Alumbrera. Y casi ningún referente del oficialismo habló sobre la acción de la policía (una excepción fue Aníbal Fernández). La defensa más fuerte a la minería fueron los contra-cortes a favor de la minería, lo que también levantó una discusión entre los manifestantes, que se presentaron como trabajadores mineros defendiendo sus fuentes de trabajo, mientras la prensa opositora los calificó de "patotas" que respondían al poder sindical o al peronismo.
Creo que en este tema (como en tantos otros) es fundamental escapar a la polarización, evitar que caiga en una guerra de opiniones pro-K o anti-K. Quien se considere progresista no puede apoyar ciegamente los negocios de las multinacionales mineras ni hacer oídos sordos a las acusaciones sobre contaminación, mucho menos ignorar el accionar de la policía frente a la protesta social. Y quien esté en contra de la contaminación no puede ni por un segundo creer que TN puede ser vocero del ambientalismo. (No olvidemos que el grupo Clarín está involucrado en varias disputas relacionadas con la contaminación de sus empresas, la más notoria: Papel Prensa).
Para tener una visión que escapa a la polarización K/anti-K recomiendo leer esta nota en el blog de Hugo Presman.
No podemos simplemente prescindir de la minería, ya que sus productos son necesarios tanto para la producción de cada uno de los artículos que consumimos como para sustentar el desarrollo industrial. Sin minería no es posible la vida tal como la conocemos. La cuestión es como garantizar que la minería sea una actividad sustentable:
- Estudiar seriamente las condiciones en las que sea factible extraer el mineral sin comprometer el medio ambiente.
- Garantizar asimismo la seguridad de los trabajadores.
- Establecer mecanismos de control que permitan garantizar que se cumplen las disposiciones relaciadas a los dos puntos anteriores.
- Establecer un régimen fiscal, comercial y jurídico que garantice que la extracción deje beneficios razonables en el país y más aún en las provincias o municipios en los que se realizan dichas extracciones.
Por supuesto, esto implica una disputa mucho más grande, por supuesto que la seguridad laboral y ambiental van en contra de las ganancias extraordinarias que hoy obtienen las multinacionales; pero ahí es donde se ve un país serio y que realmente tenga intención de desarrollarse.
Si a las multinacionales no les resulta atractivo hacer negocios en esas condiciones, entonces deberemos buscar otra forma de realizar la extracción, pero en ningún caso se pueden ceder los derechos de los trabajadores y de los demás habitantes, ni en favor de la industria minera ni a favor de ninguna otra.
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